La miel, además de ser un endulzante natural delicioso, tiene muchas propiedades. Tiene una composición química única que evita que se eche a perder, tanto, que encontraron vasijas de miel en tumbas egipcias que databan de miles de años atrás y la miel seguía intacta. La miel ha estado en la vida de los humanos desde la antigüedad. En el Corán hay una frase que dice que todo lo que pasa por el estómago de una abeja es medicinal. La miel es particularmente baja en humedad y extremadamente ácida, lo que la hace un territorio inhóspito para bacterias y microorganismos. Y además de ello, las abejas añaden un enzima, la glucosa oxidasa, que crea el peróxido de hidrógeno como un subproducto. Gracias a todo ello, la miel ha sido utilizada como un remedio medicinal por milenios y milenios.
Algo que hay que tomar en cuenta es verificar que la miel que consumimos sea natural. La miel natural es aquella que no ha sido calentada por encima de 60º ni sometida a ningún proceso, a diferencia de la miel industrial, la cual se pasteuriza. Con la pasteurización se evita que cristalice, pero también reduce drásticamente la calidad de la miel, puesto que en el proceso se destruyen la mayoría de enzimas, antioxidantes y otras propiedades beneficiosas como su acción antibiótica.
Hay una infinidad de tipos de miel natural, pues de acuerdo a las flores de las que las abejas la extraen, cambia el color, textura y sabor. Valentina nos dio a probar tres variedades diferentes, la primera de flores de Azahar, esta tiene una textura líquida, color dorado y un sabor muy dulce. La segunda fue de flores de aguacate. El sabor es completamente diferente, esta tiene un color mucho más oscuro y no es tan dulce. Por último, probamos al miel mantequilla, esta tiene una textura cremosa que se asemeja a la mantequilla y es también menos dulzona que la de flores de Azahar.