marzo 18, 2024

Desde que el hombre es hombre ha diseñado alimentos, herramientas y utensilios que le permitan mejorar su experiencia. El diseño aplicado a alimentos o en torno a los alimentos no es una novedad, lo que sí es una novedad es el Food Design como disciplina, la intersección entre dos grandes áreas de conocimiento: el diseño y los alimentos.

Dentro de estas áreas de conocimiento intervienen diferentes disciplinas que cuando trabajan en conjunto se enriquecen mutuamente, disciplinas como la ingeniería, el diseño, la arquitectura, la gastronomía, la agronomía, la nutrición, entre otras, y que desde diferentes ópticas analizan, resuelven, crean, innovan, pero sobre todo mejoran nuestras prácticas alimenticias, porque el comer no solo implica un acto nutricional, implica también una actividad social, cultural, un deleite sensorial en donde participan todos los sentidos, incluyendo por supuesto la vista.

Sin embargo y aunque como dice el dicho “de la vista nace el amor” el diseño estético de los alimentos no lo es todo, y aunque el diseño como disciplina es comúnmente asociado con la apariencia estética de un producto, su objetivo principal es -o debería ser- promover el bienestar en la vida del ser humano, es por ello que el objetivo máximo de un food designer no es solamente diseñar alimentos estéticamente bellos, sino que resuelve problemáticas, crea experiencias de consumo, rescata sabores y tradiciones, experimenta e innova y se vale del pensamiento de diseño (o design thinking) y herramientas propias del diseñador para aportar soluciones al mundo de los alimentos.

En la definición propia de Victoria Molina el Food Design innova productos, servicios y/o experiencias relacionadas con los alimentos, dotándolos de nuevos significado cognitivos, emocionales y sensoriales que retan los actuales patrones alimenticios, sin perder de vista sus beneficios nutritivos, sociales y/o culturales.

Entre los pioneros del Food Design en el mundo encontramos a Martí Guixé, Diseñador Industrial de origen catalán cuyos productos en este campo fueron revolucionarios para la época. En palabras de Guixé: “El Food Design hace posible pensar en los alimentos como un producto de diseño comestible, un objeto que niega toda referencia a la cocina, tradición y gastronomía”.

Algunas de las primeras publicaciones relacionadas a la disciplina del Food Design surgen en 2002 con el libro Food by Design” del diseñador y arquitecto italiano Antonio Gardoni, libro colaborativo en el que se publicaron aportaciones de diseñadores como Marc Newson, Ron Arad y Philipe Starck, varias aportaciones de Marti Guixé entre ellas el libro “Food Design” (2003) y en 2005 los arquitectos Sonja Stummerer & Martin Hablesreiter publican en Austria el libro “Food Design – de la Función al Disfrute”, por mencionar solo algunas.

A continuación te presentamos el trabajo de dos food designer mexicanos que destacan en esta disciplina: Victoria Molina y Fernando Laposse.

Victoria Molina

www.victoriamolina.mx

Victoria Molina es una joven diseñadora industrial mexicana egresada de la UdeM, y graduada con Honores Magna Cum Laude, su proyecto final “Diseño para Alimentos Mexicanos” obtuvo mención de excelencia y el reconocimiento “Mejores Estudiantes del Estado de Nuevo León”. Su trabajo ha sido expuesto en ferias de diseño como Tokyo Designers Week y publicado internacionalmente, en países como China, Francia, Perú, Ecuador y recientemente en la revista Architectural Digest México como “Talentos Emergentes” de Diseño Industrial Mexicano. Ha impartido platicas y talleres en Nueva Zelanda, Colombia, México y Brasil. Es representante de la Red Latinoamericana de Food Design en México y co-fundadora de la plataforma Food Design México. Dentro de sus principales proyectos destaca su trabajo con tortillas como material de diseño y su mesita mali.

TORTILLAS

COMO

MATERIAL

DE

DISEÑO

Inspirado en la larga tradición histórica de este alimento base de la cultura gastronómica mexicana, se estudiaron las propiedades, físicas, morfológicas y materiales de la tortilla, generando nuevos objetos alimenticios como por ejemplo:

Salsa tasters; son pequeñas cucharitas que por medio de un objeto comunicativo, buscan comunicar de una mejor manera que; las salsas mexicanas siempre hay que probarlas antes de usarlas sin medida.

Edible Guacamole Plate inspirados en diferentes flores, cada pétalo sirve como un pequeño totopo para consumir el guacamole que queda centrado en el plato, hasta llegar al último bocado.

MESITA

MALI

Una mesa para comer tamales, inspirada en la idea de que el tamal es un plato con su propio plato, e incluso su propio envase.

Esta mesa puede parecer una mesa común, pero los platos están “pintados” en su superficie y en el centro hay un contenedor donde se tiran las hojas de maíz después de comer.

Esta mesa no necesita platos físicos, sólo vasos y cubiertos, creando no sólo un superficie más espaciosa y limpia, también evita el consumo de platos desechables y ahorrando energía y tiempo de limpieza.

Fernando Laposse

www.fernandolaposse.com

Es un diseñador mexicano que vive en Londres egresado de la Central Sain Martins. Dentro del food design ha destacado por inventar nuevos modos de comer, y por dar nuevos usos a los alimentos y a otros objetos poco considerados como elementos artísticos. Es miembro activo de la Sociedad de Comida Experimental de Londres, aquí te compartimos algunos de sus más interesantes proyectos hechos con materiales comestibles.

EDIBLE

SUGAR

GLASS

Son una serie de vasos inspirados en el vidrio de la isla murano y fabricados 100% con azúcar derretida y rotomoldeada, cuyo proceso de manufactura combina artes culinarias y técnicas industriales básicas. Durante en consumo el vaso comienza a mezclarse con la bebida y progresivamente hará el contenido más dulce.

SELFRIDGES

COLOUR CHANDELIER

Proyecto comisionado para Selfridges como parte de su campaña Meet the Makers en Londres, se inspira en los dulces típicos mexicanos llamados cachetadas, y como el paso de la luz genera diferentes colores, combinando cachetadas en colores cian, magenta y amarillo, las cuales se encuentran suspendidas a manera de candelabro, para este proyecto se utilizaron 130 kilos de azúcar.

En definitiva, el Food Design llegó para quedarse y aunque es aún desconocido por muchos y por otros tantos incomprendido, el Food Design dará mucho para hablar, pero sobre mucho para comer ¡buen provecho!