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El polémico performance de Amalia Ulman
Por: Daniela Carral Cortés
Amalia Ulman aparentaba ser cualquier otra chica célebre en Instagram. Logró llegar a tener más de cien mil seguidores en la conocida red social ¿Su fórmula?: Selfies en hoteles de lujo, fotos de desayunos perfectos y ropa “de marca” en tonos pastel.
Su cuenta se hizo muy popular pero lo que nadie nunca imaginó, era que Ulman se hacía pasar por cualquier otra It girl, cuando en realidad era una artista conceptual argentina de veintiséis años, que creó un personaje falso con el cual imitaba el comportamiento de algunas chicas en la red, cuestionando y satirizando la forma en que las mujeres nos presentamos en internet.
Su personaje ficticio pasó por tres etapas a lo largo de un periodo de cuatro meses. Primero fue una ingenua chica de provincia que se mudó a la gran ciudad de Los Angeles, después de haber terminado una relación de muchos años. Se tiñó el pelo de rubio y después de un tiempo y a falta de un trabajo estable, estableció una nueva relación con un sugar daddy; que en el lenguaje de la cultura popular se podría traducir como: Un hombre exitoso y adinerado que gusta de estar en compañía de una mujer atractiva y que no encuentra inconveniencia en darle dinero constantemente para sus gastos personales y caprichos.
Este evento marcó el inicio de la segunda parte del performance artístico, en el cual Amalia hizo referencia a algunas “estrellas” de Hollywood como las hermanas Kardashian-Jenner y al tipo de fotos que suben en sus cuentas de Instagram, que son mayormente selfies en espejos y retratos de una vida lujosa y de excesos.
Después de un tiempo y como consecuencia de una inseguridad personal ocasionada por falta de autoestima, su personaje decidió someterse a una operación para engrandecer su busto, misma que en vez de ayudarla a sentirse más cómoda con su cuerpo, provocó un efecto contrario, ocasionando una profunda depresión y una severa adicción a las drogas.
Con hashtags como #healthylife, #fitnessgirl, #lovemylife, #lovemybody, la Amalia ficticia entró a una tercera y última etapa: la de la rehabilitación; en la que se “curó” de su adicción a base de smoothies saludables y sesiones matutinas de yoga.
Su acto fue tan convincente y su cuenta tan popular, que incluso sus amigos más cercanos estaban extrañados por su desconcertante comportamiento, y la galería que la representaba como artista la advirtió sobre cancelar su contrato, debido a que la imagen que proyectaba en la red social no coincidía con los valores de la empresa.
Sin embargo, todo terminó cuando subió una imagen con la frase “The End”, con la que reveló a todos sus seguidores el teatro que había montado los últimos meses.
Una selección de sus fotos con el título Excellences and perfections o en español Excelencias y perfecciones, se presentó en la galería Whitechapel en Londres; en una retrospectiva que estudiaba el vínculo entre la tecnología computarizada y el arte desde los años sesenta hasta la actualidad. Y también la incluyó el Tate Modern, en una exposición que exploraba la relación entre la fotografía y el arte.
Lo que la obra logra es que nos preguntemos sobre la veracidad de las imágenes que vemos y que reflexionemos sobre cómo la “realidad” puede ser construida. En ocasiones olvidamos que las redes sociales tienen la característica de enaltecer los momentos felices y ocultar los tristes, mostrando un “día a día” mejorado a base de filtros. Sin embargo, Ulman aparentemente encontró los cánones … ¿estéticos? que hacen que a una cuenta la sigan miles de personas. Su performance es quizás un ejemplo de como el arte siempre imita a la vida.
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