Una de las actividades que más se disfrutan durante la infancia es dibujar, jugar con los colores en cualquier superficie disponible. Es en esta edad que los niños tienen una cualidad valiosísima, pues pueden experimentar y arriesgarse creativamente sin miedo a equivocarse, misma que debemos aprender a guiar y preservar en ellos.
Verónica Luznik, artista originaria de Argentina, ha adoptado esta labor iniciando a un grupo de niños en esta disciplina, pues sabe que al contrario de las noticias fatales que vemos a diario, el arte nos da esperanza en la infancia.
Verónica estudió en Argentina en la Escuela Nacional de Bellas Artes, la acentuación de su carrera y sus estudios de posgrado fueron en pintura. Aunque gran parte de la orientación académica de la Escuela de Bellas Artes era pedagógica, ella trabajó por largo tiempo como artista, pintando murales en diferentes lugares.
Ya en México, se encontró con la oportunidad de dirigir una actividad de arte con niños. Las mamás de una escuela primaria, que sabían de su pasión por el arte le pidieron dirigir a los niños para pintar un mural en una de las bardas de la escuela que apoyó el proyecto.
El mural tenía un tema específico, trataba del respeto por lo diferente, por el “otro”. Los niños eran quienes tenían que aterrizar ese concepto a su vida cotidiana y proponer sus propias ideas. Durante los recreos hacían los bocetos y los sábados pintaban. Aunque la actividad no era obligatoria, obtuvo muy buena respuesta, tanto de los niños como de sus mamás, quienes se organizaron para vender galletas y así poder comprar el material necesario.
El mayor logro del mural fue el proceso. La actividad logró consolidar al grupo, pues bajo la premisa del respeto al otro, los niños tenían que mezclar sus ideas y trabajo con compañeros con quienes antes no habían convivido tanto. Además lograron experimentar la materialización de sus ideas, algo que hoy en día muy pocos niños tienen la oportunidad.
Este ejercicio de muralismo no solo dejó huella en las paredes de la escuela, sino en los niños que comenzaron a interesarse más en el arte. A partir de esta actividad, le comenzaron a pedir a Verónica clases infantiles de arte, y lo que comenzó con 2 o 3 niños a la semana ahora reúne a 20 niños a partir de 5 años hasta adolescentes de 19 años.
El arte te lleva a un autoanálisis en el proceso de buscar que decir, por lo que es una actividad hasta terapéutica no sólo para niños, sino para personas de todas las edades que encuentran en un lienzo una manera de expresarse que disfrutan.
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